Miramar tiene ese ritmo relajado que buscan las parejas cansadas de los centros turísticos abarrotados de gente. Esta ciudad costera ubicada a 450 kilómetros de Buenos Aires, cuenta con amplias playas en las que aún se puede andar sin tener que esquivar gente a cada paso, bosques antiguos que invitan a recorrerlos con tranquilidad y puestas de sol que parecen haber sido diseñadas para compartir en silencio.
Y lo mejor de todo es que es muy fácil de llegar. Varias opciones de transporte terrestre conectan las distintas partes del país con esta ciudad de la provincia de Buenos Aires, lo que facilita planear una escapada sin demasiadas complicaciones. Haciendo click aquí, vas a poder organizar un viaje a tu gusto y consultar horarios y tarifas de pasajes a Miramar.
Playas que no abruman
Las playas de Miramar se extienden por más de 10 kilómetros ininterrumpidos. A diferencia de otros centros turísticos, donde encontrar un metro cuadrado de arena en enero es una misión imposible, acá no es un problema. La Playa Grande, frente al centro, es la más concurrida, pero no llega a ser un caos de gente como en otros lados. Más al sur, hay opciones casi desiertas, ideales para instalar una silla de playa y el mate sin vecinos a dos metros de distancia.
Para quienes les gusta caminar, sería posible partir del faro y dirigirse hacia el Vivero de Dunas Florentino Ameghino. Son varios kilómetros de costa, donde solo se escucha el sonido del mar y, ocasionalmente, algún pescador que prueba suerte.
Bosques que respiran historia
El Bosque del Vivero Dunícola, plantado a principios del siglo XX para detener el avance de las dunas de arena, se ha convertido en un pulmón verde que se extiende a lo largo de 500 hectáreas. El lugar cuenta con senderos sombreados que se ramifican entre las acacias, tamariscos y pinos centenarios. Explorarlos en bicicleta o a pie tiene un efecto relajante difícil de encontrar en las playas abarrotadas.
Hay bancos repartidos por todo el lugar ideales para sentarse a leer, miradores naturales formados por elevaciones del terreno y claros perfectos para un picnic improvisado. Los fines de semana, aparecen músicos tocando entre los árboles, creando una banda sonora inesperada que ameniza cualquier tarde.
Comida sin pretensiones
Los restaurantes de Miramar se centran más en la cantidad que en la sofisticación. Parrillas con vistas al mar donde el bife de chorizo es del tamaño de un plato, pizzerías con recetas de los abuelos italianos, restaurantes de marisco con calamares crujientes acompañados de papas rústicas. Para algo dulce, las heladerías artesanales del centro compiten con sabores que van más allá del chocolate y la frutilla.
¿Cuándo ir?
Los meses más concurridos del año son enero y febrero, pero durante diciembre y marzo el clima sigue siendo cálido, la temperatura del agua es aceptable y hay mucha menos gente. Para las parejas que buscan tranquilidad en lugar de vida nocturna, esto funciona mejor que en pleno verano.





