Por Juan Carlos Pirali
De los rituales paganos
vendrían los carnavales.
Eco de las bacanales
de los antiguos romanos.
Después, los pueblos cristianos
adoptaron ese rito,
como simbólico hito
de orgías desenfrenadas,
y tornaron las veladas
en festejo favorito.
En las tierras colombinas
puso su pie el carnaval,
con su rumor saturnal
sin distinción de doctrinas.
Coloridas serpentinas
alegraron esas fiestas,
desde las clases modestas
hasta las de alto rango.
Bailaron el mismo tango
al compás de las orquestas.