Alergia a la leche de vaca: la UNLP desarrolla una vacuna para tratar la problemática alimentaria frecuente

Las alergias alimentarias se tratan con dietas restrictivas, que no siempre resultan efectivas. Las inmunoterapias logran prevenir o controlar estas reacciones a una sustancia determinada.

La alergia a la leche de vaca es la inmunopatología más frecuente dentro de las vinculadas a la alimentación. El doctor en Ciencias Exactas Guillermo Docena y su equipo del Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos, denominado Inmunopatología e Inmunointervención en Inflamación Intestinal, desde hace varias décadas desarrolla distintas estrategias de inmunointervención en enfermedades infecciosas y no infecciosas. Este equipo se aboca al estudio de la inmunopatogenia de las enfermedades alérgicas y en esta área realizó importantes aportes en el desarrollo y optimización de inmunoterapías o vacunas terapéuticas para alergias alimentarias.

“Tomamos la alergia a la leche de vaca como nuestro ‘caballito de batallas’, dado que es la principal alergia alimentaria en nuestro país y en el mundo, principalmente en los primeros años de vida: desarrollamos un modelo en ratones para esta patología y esto significó una herramienta fundamental que nos permitió evaluar la eficacia de las vacunas terapéuticas y preventivas para esta inmunopatología”, expresa Docena.

“En este modelo experimental logramos inducir la producción de la inmunoglobulina IgE (característica de las alergias) específica de las proteínas de la leche, al igual que ocurre en pacientes alérgicos o atópicos. En ellos la IgE es la responsable de la activación celular por las proteínas alergénicas de la leche y la instauración de reacciones inflamatorias inmediatas que dan origen a los síntomas alérgicos. Por otro lado, las alergias dependientes de IgE son las que tienen más probabilidad de desarrollar síntomas graves, como las anafilaxias, por lo cual son el principal foco de estudio y desarrollo de vacunas”, señala el especialista.

El tratamiento más empleado en los pacientes alérgicos es la dieta de restricción para evitar la exposición al alergeno alimentario. Sin embargo, en muchos pacientes es algo difícil de realizar por su edad, la presencia de alergenos ocultos en ciertos productos alimenticios y no alimenticios y la posibilidad de una exposición accidental, ya sea por la falta de etiquetado de los alimentos, errores o deficiencias en las especificaciones en los mismos, etc. Estos factores han determinado que en numerosas situaciones se produzcan reacciones severas en pacientes con alergia alimentaria que requieren su hospitalización y en ocasiones ponen en riesgo su vida.

Estos posibles accidentes en la dieta de restricción han generado la necesidad de desarrollar vacunas o procedimientos que permitan prevenir la inducción de alergias dependientes de IgE o controlar las mismas. Aquí se ubican en un lugar preferencial las vacunas o inmunoterapias. Cabe aclarar que las mismas sólo han mostrado ser eficientes en las alergias dependientes de la IgE, mientras que para las no dependientes de IgE sólo se puede aplicar la dieta de restricción.

“Con respecto a las vacunas en alergia alimentaria desarrollamos y optimizamos diversos procedimientos que mostraron, en estudios preclínicos en ratones, ser seguros y eficaces para prevenir o revertir los mecanismos responsables de las reacciones alérgicas”, subraya el investigador de la UNLP.

“Entre los mecanismos inducidos por las vacunas podemos mencionar la inducción o restauración de los mecanismos de tolerancia a través de la administración controlada por mucosas (oral, sublingual o intranasal) de los alergenos responsables de la alergia, o la inmunomodulación a través de la administración sistémica o mucosal de los alergenos o péptidos que contienen epitopes críticos junto a distintos adyuvantes, entre ellos nanopartículas. En todos los casos, el procedimiento mostró ser seguro y tolerado por los ratones, y permitió revertir la inflamación intestinal. Esto generó que los ratones tratados toleren el desafío oral con el alergeno sin la aparición de síntomas locales o sistémicos”, describe el especialista.

Nuevo paradigma: vacunas preventivas

En el siglo XXI se destaca por el desarrollo de vacunas para adultos mayores, y su uso para la prevención y tratamiento de enfermedades no infecciosas, como las alergias, cáncer o Alzheimer.

Las vacunas están dirigidas a activar al sistema inmune en un contexto de seguridad para preparar al organismo para enfrentar una infección sin desarrollo de enfermedad o severidad, por esta razón se denominan vacunas preventivas. Por el contrario, las vacunas que están dirigidas a corregir un defecto fisiológico, en general crónico, que produce una patología, se denominan vacunas terapéuticas. Actualmente, se encuentran en fase experimental numerosas vacunas dirigidas a reducir el riesgo de enfermedades no infecciosas ya que controlan factores asociados a las mismas (cáncer, enfermedad cardíaca, diabetes, etc.).

“E grupo ha diseñado y estudiado diferentes estrategias de inmunointervención a través de la optimización de vacunas preventivas y terapéuticas para enfermedades infecciosas y no infecciosas, pero quisiera resaltar el trabajo realizado durante la pandemia para el desarrollo de ARVAC Cecilia Grierson, como un proyecto para desarrollo de una vacuna nacional para prevenir la COVID-19. Estos trabajos en colaboración nos han permitido además generar un consorcio público-privado con la empresa Gihon del Polo Industrial de Mar del Plata y la generación de una patente nacional y otra internacional para proteger el exhaustivo trabajo de caracterización de las nanopartículas para su empleo en vacunas para salud humana y animal”, asevera Docena.

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