El candidato a diputado nacional por Proyecto Sur planteó en Mar del Plata la necesidad de impulsar acuerdos entre todas las fuerzas políticas para “sacar al país del subdesarrollo”. Dijo que Milei “es un necio” que “le mintió a la gente”, y convocó a “ir a votar” y “ser exigentes con la política”.
En los spots de campaña se lo ve distendido, con un gorro piluso y unos binoculares al mejor estilo “Los bañeros más locos del mundo”, saludando a cámara con un “¿qué hacés, muñeco?”. Con esos videos en las redes, creados por sus hijos, Ricardo Alfonsín anunció su “gira” como candidato a diputado nacional de Proyecto Sur por la Costa Atlántica, que este jueves hizo escala en Mar del Plata.
Pero al sentarse a dialogar con LA CAPITAL, la voz de Alfonsín recupera la profundidad de siempre. A sus 73 años, hoy alejado del radicalismo y dentro de un espacio al que define como “plural, federal, democrático y republicano”, asegura que la prioridad es “frenar el autoritarismo” de Javier Milei y volver a poner los consensos en el centro de la agenda nacional.
En su visita a la ciudad, donde desplegó distintas actividades, estuvo acompañado por el dirigente local y exconcejal Mario Rodríguez y por integrantes de la lista de Proyecto Sur, que encabeza junto a Marina Cassese y Gustavo López (presidente de Forja), entre otros referentes que provienen del socialismo, la UCR, el peronismo y más sectores alineados en esta fuerza integrada también por representantes de las ocho secciones electorales.
“El presidente Milei le mintió a la gente. Es un necio, alguien con quien no se puede discutir, y por eso no va a ganar esta elección”, afirmó Alfonsín. Al mismo tiempo, remarcó que la propuesta de Proyecto Sur impulsa “acuerdos entre todos los sectores para fijar políticas de Estado y sacar al país del subdesarrollo”.
—Proyecto Sur muestra una pluralidad de candidatos de distintos espacios políticos. ¿Esa búsqueda de consensos es uno de los ejes de la campaña?
—Sí, los consensos son necesarios. Lo que venimos planteando no es nada épico: la Argentina no puede salir del subdesarrollo y el estancamiento si no es a partir de un acuerdo entre todas las fuerzas políticas. El mercado por sí solo no resuelve el subdesarrollo. Los partidos, junto a las fuerzas económicas, la pequeña y mediana empresa, las grandes compañías y los sectores del trabajo, deberíamos acordar cinco, seis o siete puntos centrales: verdaderas políticas de Estado para trabajar en la misma dirección. No es fácil, mucho menos cuando un presidente le dice a la oposición “rata, gusano, parásito…”. Eso quiebra las posibilidades de diálogo, y sin diálogo no hay acuerdo. El presidente no cree en la política, no cree en los consensos, porque confía únicamente en el mercado y, además, no cree en la justicia social.
—¿Cómo definiría a Proyecto Sur y cuál es la mirada que tienen sobre la actualidad y el Gobierno?
—Somos un espacio de centroizquierda, muy republicano, democrático y profundamente federal, que reúne distintas fuerzas políticas. Creo que eso lo celebrarían Raúl Alfonsín y Pino Solanas, fundador de Proyecto Sur. Nuestro objetivo es generar condiciones de diálogo y terminar con la crispación y la grieta que hoy existen, con un presidente que ejerce el poder de manera autoritaria. Tenemos acuerdos muy claros: estamos a favor de los jubilados, del Conicet, de los docentes universitarios, de los médicos. Nunca votaríamos nada en contra de esos sectores.
En este sentido, recorremos las provincias para dar a conocer nuestra propuesta y nuestra visión sobre el gobierno nacional. Alfonsín (padre) decía que el debate no es solo vertical -entre oficialismo y oposición- sino también horizontal. Por eso conversamos con la gente y analizamos qué se puede esperar de espacios como Provincias Unidas, Somos Buenos Aires o Potencia, que en realidad son expresiones de la derecha. Aunque cambien de nombre, compiten con el PRO y La Libertad Avanza, y en el fondo siguen siendo Juntos por el Cambio. Ellos no son oposición real. Nosotros sí, como también lo son otras fuerzas.
—Habló de “autoritarismo” del gobierno de Milei…
-No ha habido un gobierno más autoritario que este desde 1983. Gran parte de eso tiene que ver con el abuso de los DNU. Ese es un instrumento de autoritarismo y debe modificarse, porque la ley que los regula es muy laxa. Los decretos de necesidad y urgencia son una excepción prohibida, salvo casos extremos. Milei los usa como regla, y por eso está desesperado por frenar el proyecto que se debate en Diputados para limitar su alcance.
—En ese contexto, ¿el rol del Congreso adquiere una relevancia aun mas decisiva?
—Absolutamente. Milei necesita al Congreso para avanzar en su proyecto conservador, autoritario y socialmente injusto. Por eso es clave que haya legisladores capaces de frenarlo, de ponerle un límite, para que los sectores populares y el interés nacional no sigan sufriendo perjuicio. Esto se logra votando a fuerzas que nos den la certeza de que no van a acompañar las iniciativas del gobierno. Lo vivimos en 2023, cuando Juntos por el Cambio decía una cosa en campaña y luego, en el Congreso, votaba alineado con el Gobierno. Lo que necesitamos son fuerzas que den garantías de que no van a convalidar ese rumbo.
—El eslogan de su campaña dice: “Vuelven los valores”. ¿Qué significa ese mensaje?
—La política no debe ser una lucha por intereses, sino por valores. Eso es lo que diferencia a una ideología de otra. Queremos defender, ante todo, los valores democráticos. Es imposible que alguien con compromiso democrático llame “gusano, rata o parásito” al adversario político o promueva el odio hacia los periodistas. Eso no es un exabrupto, está escrito: los referentes de Milei, como Hayek, Rothbard o Friedman, sostienen que la democracia es incompatible con la libertad y que constituye la tiranía de las mayorías. No creen en la democracia. Nosotros sí creemos en ella y en la justicia social. Pensamos en una sociedad organizada sobre valores: respeto, justicia, debate tolerante, cohesión social, equidad y movilidad ascendente.
—¿Cómo interpreta la derrota del Gobierno en las elecciones bonaerenses? ¿Cree que ese resultado se trasladará al plano nacional?
—Milei le mintió a la gente. Decir que sacaron a 12 millones de personas de la pobreza es un disparate. Y que el ajuste lo iba a pagar la casta…. A la ciudadanía no le gusta que le mientan ni que los presidentes violen la Constitución. El mínimo que se le puede pedir a la política es responsabilidad, y este Gobierno hace todo lo contrario. Milei es un necio, alguien con quien es imposible discutir. Por eso la gente está cansada, y creo que no va a ganar ni en la provincia ni en el orden nacional.
—Si eso ocurre, ¿qué espera que cambie a partir del 10 de diciembre con la nueva composición del Congreso?
—Cambiarán muchas cosas. El presidente deberá hacerse cargo de la voluntad de la ciudadanía y mostrarse dispuesto a dialogar. Si no lo hace, se profundizarán los problemas económicos y sociales, y crecerán los conflictos políticos. Espero que actúe con sensatez, algo que hasta ahora no hemos visto.
—¿Qué cree que diría su padre si viera la Argentina de hoy?
—Se sentiría muy triste, estoy seguro. Le dolía mucho el desprestigio de la política, lo vivió en el 2001. Yo también estoy mal con lo que pasa, por eso me involucro. El deterioro de la política es muy grave, aunque el presidente no lo reconozca. Sé que a la derecha le molesta que lo digamos, pero tienen que hacerse cargo. Ellos prometieron terminar con la casta y mejorar la calidad institucional, pero hoy vemos violencia verbal y hasta física en el Congreso. Yo creo que el deterioro de la calidad de la política se manifiesta sobre todo en la derecha. Da vergüenza ajena. No tienen idea de lo que es gobernar y le han delegado el poder a Estados Unidos y al Fondo Monetario Internacional. Exagerando un poco, diría que gobiernan más ellos que Milei.
—En las legislativas bonaerenses votó cerca del 60% del padrón. ¿Qué mensaje le deja a los ciudadanos de cara a la elección del 26 de octubre?
—La convivencia social necesita reglas: calles iluminadas, códigos Civil y Penal, tribunales, policía, recolección de residuos, rutas. Nada de eso existe sin política, salvo que quieras regresar a la selva, a la barbarie. Si no participamos, dejamos que la hagan quienes buscan aprovecharse. Por eso hay que ir a votar, por quien uno crea que defiende mejor el interés general. La sociedad debe ser exigente con la política y no tener doble vara.
LA CAPITAL