Los ataques con piedras para robar en autopistas y rutas bonaerenses generan alarma. Micros y autos fueron atacados en La Plata, Quilmes y La Matanza.
Los ataques con piedras a vehículos en tránsito se convirtieron en una modalidad cada vez más frecuente en la provincia de Buenos Aires. El método, tan violento como rudimentario, se repite en accesos clave al Conurbano y genera temor entre automovilistas y pasajeros de colectivos de media distancia. La mecánica es siempre similar: desde los puentes de las autopistas o desde los laterales de las autovías, los agresores arrojan objetos contundentes para obligar a detener la marcha y concretar robos.
Autopista Buenos Aires–La Plata: Gonnet y Quilmes en la mira
Uno de los episodios ocurrió el 5 de agosto, cuando un micro de la empresa Metropol fue apedreado a la altura del arroyo El Gato, en Gonnet. El colectivo recibió varias pedradas, aunque no se registraron heridos. El caso encendió la alarma entre quienes viajan a diario entre La Plata y la Ciudad de Buenos Aires.
Otro punto crítico es Quilmes, en la zona del barrio El Monte. Allí, la reiteración de ataques obligó a instalar una cabina policial y un alambrado de casi tres kilómetros para intentar frenar la acción de los agresores.
Riccheri y accesos al aeropuerto
La autopista Riccheri, principal vía hacia el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, también fue escenario de episodios violentos. Sin embargo, desde Corredores Viales afirmaron que “no se registraron robos en los últimos dos años”. Aclararon que los ataques con piedras figuran como asistencias al usuario, sin aparecer discriminados como hechos de inseguridad, aunque admitieron que “no es una asistencia habitual”.
Una práctica que se expande más allá del Conurbano
Si bien el foco está en los accesos bonaerenses, hechos similares se registraron en Córdoba, Misiones y Mendoza. En Río Cuarto, dos personas fueron detenidas tras atacar a un camionero en el Puente Islas Malvinas. En Mendoza, vecinos de la zona del aeropuerto denunciaron en marzo una seguidilla de episodios y, en febrero, un contingente de 12 turistas brasileños fue atacado en una combi.
La reiteración de estas prácticas configura un escenario inquietante: además de los daños materiales y el riesgo de robo, un solo impacto puede terminar en lesiones graves o en tragedias.