LA MORTALIDAD SE REDUJO UN 10% EN LOS ULTIMOS AÑOS
Cada vez más pacientes logran superarlo en el país. Las historias detrás de las cifras
Antes del diagnóstico presintieron el cáncer. Ya diagnosticados se decidieron a no flaquear. Hicieron “todos los deberes de sus tratamientos” y se pusieron firmes para pelear una batalla que nadie podía pelear por ellos. Conocieron la más angustiante de las incertidumbres y vieron como su ánimo podía visitar picos: ir de lo más alto a lo más bajo, en pocas horas. Descubrieron cómo la enfermedad ponía a prueba todos los vínculos, erosionando unos, fortaleciendo otros. Tuvieron la vida en suspenso en momentos difíciles, de aislamiento y vulnerabilidad. Ya recuperados, aprendieron a verlo todo bajo una óptica nueva: la del que transita una experiencia durísima e intransferible. Y que aprende a dar a las cosas simples su verdadero valor. A perder el miedo. Y a empezar de nuevo.
Estos elementos aparecen una y otra vez en el relato de quienes lograron recuperarse del cáncer. Un grupo de personas que no para de crecer a medida que mejoran los tratamientos, los diagnósticos se hacen más precisos y tempranos y crece la conciencia preventiva.
Según datos del Instituto Nacional del Cáncer, en los últimos diez años se redujo un 10% el indice de mortalidad por cáncer en todo el país. En el mismo lapso la reducción trepó al 20% en el caso de tumores específicos como el de mamas o el de cuello de útero, a los que hoy sobreviven más del 90% de las afectadas. Otros indicadores alentadores son el incremento de la sobrevida en el cáncer pediátrico del 65 al 74% entre 1980 y la actualidad y el crecimiento de la detección de tumores menores de un centímetro (que representaba el 3% del total en 1980 y en la actualidad, el 35%).
El tema volvió a instalarse en este octubre, considerado a nivel mundial como el Mes de Sensibilización en torno al cáncer de mamas, que es el de mayor incidencia en mujeres, con una tasa de 71 casos por cada 100.000.
Y el afán por concientizar tiene que ver conque la detección temprana es fundamental, ya que los tumores de menos de 1 centímetro tienen hoy hasta el 90 por ciento de probabilidades de curación.
Según cifras publicadas por el Instituto Nacional del Cáncer (INC) unas 5.600 mujeres mueren al año por cáncer de mama, en tanto se estima que se producirán más de 19.000 nuevos casos anuales en el país, lo cual representa el 16,8 por ciento del total de incidencia de cáncer en Argentina.
Después de este, los tipos de cáncer más comunes en el país son los de colon recto (con más de 13.500 casos promedio por año), pulmón (11.244), próstata (11.202), cervix (más de 4.900 ) y riñón ( mas de 4.000 casos anuales en promedio), según los datos difundidos por el Instituto Nacional del Cáncer en su página web.
La tendencia es mundial: de la mano de nuevas terapias y métodos de diagnóstico más avanzados, vencer al cáncer se hace más frecuente. Con todo, para lograr que esa lucha sea exitosa pesan muchas variables, como el tipo de tumor del que se trata, el momento en que es diagnosticado, las posibilidades de acceso al sistema de salud de cada paciente, los tiempos del tratamiento y hasta la subjetividad de cada una de las personas afectadas.
Para aquellos que superan la enfermedad, la experiencia marca un antes y un después, A partir de la recuperación, ciertos problemas propios de la vida de todos los días dejan de ser percibidos como tales. Y se valora de una nueva forma el tiempo dedicado a los afectos.
Superar un cáncer es una expriencia difícil de contar, que te cambia todo. Ves la vida con más profundidad. Estás más sensible. Llorás más. Te reís más. Perdés el miedo. Y todo te llega de una forma diferente y más intensa” Cármen Urtizberea, paciente recuperada
Esto surge del relato de platenses consultados por este diario, que tras superar el cáncer empezaron a vivir de una manera distinta. Más intensa. Más plena. Todo en el marco de rutinas en las que el tratamiento ya no pesa: apenas toman un medicamento diario y periódicamente se hacen algún control de rutina.
“NO ME VA A GANAR”
María del Carmen Urtizberea, una profesora platense de Historia a quien le diagnosticaron cáncer de mama en 2011, dice que no necesitó tener los resultados de los estudios para saber el diagnóstico.
“Lo intuí desde el primer momento en que me encontré algo extraño en un auto examen. Creo que eso me permitió también enfrentarlo con más tranquilidad. Me dije: no me va a ganar. E hice ´todos los deberes´ que los médicos me indicaron”, cuenta María del Carmen.
Madre tres hijos que supieron acompañarla en aquel momento y celosa de su independencia, Carmen trató de mantener su actividad los más normal posible mientras transitaba la difícil etapa de la cirugía, la quimioterapia, los rayos.
Si bien no lo logró del todo, ya que debió dejar de dar clases un tiempo, siguió haciendo gimnasia “para no sentirse floja”.
El momento más difícil, describe, se produjo cuando perdió el pelo a causa de la quimioterapia: “no es que eso me haya hecho flaquear; sí me produjo mucha angustia”, admite.
Hoy, el cáncer quedó atrás, Carmen solo toma medicación – un comprimido diario de un inhibidor hormonal – y se hace exámenes cada tres meses.
Consigna El Dia.
Lo que cambió es su actitud ante la vida, y eso es algo que comparte con otras personas recuperadas del cáncer: “una experiencia así es intransferible y te cambia todo. Ves las cosas con más profundidad. Estás más sensible. Llorás más. Te reís más. Perdés el miedo y todo te llega de una forma diferente y más intensa”, concluye.