Ya desde chico le gustaban los fierros. A los doce años, José Risso soñaba con ser piloto de autos. Pero el automovilismo era un deporte muy costoso para su familia, y solo pudo competir algunas temporadas como piloto de kartings en la región de Humberto Primo, su pueblo natal, al centro-oeste de la provincia de Santa Fe. Eso sí: durante muchos años sus parientes siguió ligada al automovilismo. “Aun hoy –dice-, en mi familia y en la de mis viejos, las carreras de autos son sagradas”.