La de Viviana Reina y Leandro Martínez, una pareja de la zona sur del Conurbano bonaerense es otra de las dolorosas historias provocadas por el coronavirus en el país. El 29 de diciembre del año pasado ambos fueron diagnosticados con Covid y pudieron sortear la enfermedad de buena manera más allá de algunas complicaciones.
Pero este año esta pareja joven que se formó hace 17 años y que crió a dos hijos, Pilar Rocía de 15 y Joaquín Manuel de 9, volvió a sufrir otro golpe con posibles vínculos con el virus. A mediados de abril Viviana, con 48 años de edad, comenzó a sentir molestias y se realizó un nuevo análisis para determinar si había contraído otra vez el Covid.
Como las molestias prosiguieron Viviana “se hizo tres testeos rápidos en una semana y un PCR que le dio negativo. Y también análisis de sangre, con los que le dijeron que tenía una reinfección. El infectólogo le explicó que según ese análisis estuvo en contacto con el COVID y sus defensas estaban altas porque estaba luchando contra el virus. A las 48 horas se hizo otro análisis y recibió por Whatsapp que los valores se habían normalizado”, contó Leandro, de 51 años.
Pasaron los días y el 3 de mayo la mujer recibió la primera dosis de la vacuna Sputnik V contra el Covid, y posteriormente volvió a sentirse mal.
“Su médica le dijo ‘basta, vení a la clínica’. Se hizo tomografía de tórax, la auscultaron y la hisoparon nuevamente en una clínica de Avellaneda. El sábado pasado comenzó con dolor abdominal y diarrea. Primero pensó que algo le había caído mal. Viviana sabía leer bien cualquier síntoma. Y a la madrugada fue al baño y vio que su deposición era con sangre. Entonces pedimos una ambulancia. A la mañana vino y le tomaron la presión y la temperatura. Estaba hipotensa e hipotérmica. Justo me llegó el resultado del hisopado: era negativo, así que la pude acompañar hasta la guardia de un sanatorio de Bernal. Por el protocolo me tuve que quedar afuera”, recordó Mariano.
Mariano rememoró que el domingo pasado “me sonó el teléfono a las 7 de la mañana, me intranquilicé. Era de la clínica y me pedían que fuera que el médico tenía que hablar conmigo. Me llevó un amigo, porque yo no podía manejar. Me dijo que el estado de Viviana era reservado, que había hecho tres o cuatro paros, que la habían logrado recuperar, que tenía colocada una sonda nasogástrica, respiración asistida… En ese momento apareció la cirujana y me explicó que intentarían una cirugía exploratoria, pero que el estado era muy delicado y tenía bajísimas posibilidades”.
Mariano cuenta que apenas una hora después una cirujana le explicó que “habían logrado abrir el abdomen, que había hecho otro paro, que encontraron el ‘intestino muerto’, así recuerdo que dijo y que se había producido el deceso. También me preguntó si había tenido COVID, le expliqué que el año pasado y me dijo que tal vez haya sido una secuela… Pero en ese momento en mi todo pasaba por el sentimiento. Lo cierto es que Viviana ya no estaba. Así que haya sido por culpa de este bicho mal nacido, o por su costumbre de tomar ibuprofeno frente al dolor o lo que sea, ella no está mas”.
En medio del dolor Mariano destacó el amor que los vecinos tenían por Viviana debido a su rol como veterinaria ya que había salvado a muchos perros y gatos del barrio. Ellos incluso convivían no sólo con sus niños sino también con varias mascotas que habían rescatado de la calle. “A mí, por plata, un animal no se me va a morir” es una de las frases que Leandro mencionó en una entrevista con Infobae para recordar a Viviana.
Con el dolor encima pero con la frente en alto y el recuerdo bien firme, Leandro sostiene que la misión es “rearmar el cubo mágico que teníamos con los chicos”.