EN LA PROVINCIA
El Ministerio de Salud bonaerense confirmó que la mujer fallecida en Coronel Suárez había contraído rabia luego de ser mordida por un gato callejero.
Luego de la autopsia de la mujer que falleció el 13 de mayo en Coronel Suárez tras ser mordida por un gato callejero, se determinó que la causa del deceso fue rabia humana. Esta enfermedad no se reportaba en humanos desde el 1981 en el territorio bonaerense y desde el 2008 en el país.
La información fue dada a conocer este miércoles por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, en articulación con las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación.
La mujer, de 33 años, había consultado al servicio de salud el pasado 18 de abril por debilidad en miembros superiores y alteración de la sensibilidad. En los días posteriores, se agregaron otros síntomas, llegando al estado de coma.
Fueron sus familiares quienes refirieron un antecedente de mordedura por un felino no doméstico a principios del mes de marzo, que no habría sido objeto de consulta por parte de la paciente en el momento.
Cabe destacar que, para prevenir la ocurrencia de nuevos casos humanos o animales, desde el momento de la sospecha las autoridades sanitarias provinciales en coordinación con el municipio se encuentran realizando actividades de vigilancia epidemiológica, prevención, y control de foco.
Hasta la fecha se han vacunado 1417 animales y no se han identificado nuevos focos en animales silvestres analizados. El último caso de rabia en la provincia de Buenos Aires se había registrado en 1981 en La Matanza. A nivel nacional, en 2008 en la provincia de Jujuy.
La rabia es una enfermedad zoonótica causada por el virus de la rabia y se transmite al ser humano a través de saliva de animales infectados, tanto domésticos (principalmente perros y gatos) como animales silvestres (murciélagos, zorros, zorrillo). Generalmente, el virus entra a través de la piel y membranas mucosas, por mordeduras o arañazos.
El periodo de incubación es variable, y en humanos va desde menos de dos semanas hasta más de un año, con un promedio de 2 a 4 meses. Este período está estrechamente ligado a localización, profundidad y gravedad de la mordedura o arañazo del animal infectado, la proximidad de troncos nerviosos, la distancia al cerebro y la cantidad de partículas virales inoculadas.