Desde tiempos remotos observamos el cielo. Los viajeros lo utilizaban para guiarse en sus travesías marítimas, y otros quedaban hechizados por mitos y leyendas que lo tenían como protagonista. En la actualidad, esa curiosidad y ese interés continúan intactos.
El martes 13 de abril se celebra el Día Mundial de la Astronomía y aficionados a esta actividad invitan a un recorrido estelar por los cielos rurales de la provincia de Buenos Aires que tienen una oscuridad especial.
En los últimos años el astroturismo se ha transformado en una propuesta cada vez más atractiva en la que se conjugan la conexión con la naturaleza, el encanto por los misterios estelares y el intercambio de saberes.
Poner en valor el cielo
“Lo que más me gusta de la astronomía es la observación, y del astroturismo la posibilidad de compartir experiencias, porque se aprende mucho con otras personas”, expresó Juan Francisco Ceser, de la ciudad de Vedia, ubicada en el partido de Leandro N. Alem, al noroeste bonaerense.
Este aficionado a la actividad recomendó la experiencia porque “sirve para conocer nuestro paisaje del cielo. Muchas veces un guía turístico te muestra la montaña, el río y deja de lado el cielo. La idea es ponerlo en valor, conocerlo, respetarlo y cuidarlo”.
Para Ceser los cielos de esa zona de la Provincia “son excelentes por la poca contaminación lumínica”, cualidad fundamental para llevar adelante esta propuesta “que combina relatos científicos, culturales y mitológicos”. A esto se suma la observación con telescopios profesionales.
“La gente se va muy contenta y con más preguntas que respuestas. Esa es la idea”, afirmó este amante de la astronomía. “También reflexionan sobre por qué contaminamos con luces innecesarias e ineficientes y no cuidamos el cielo que es patrimonio de la humanidad”, agregó.
Sorpresas estelares
“Siempre hay algo que nos puede llegar a sorprender, como un asteroide o cometa” afirmó José Luis Sanchís, astrónomo aficionado desde 1984. Vive en el municipio de Ituzaingó y también es metalúrgico y electricista.
En la década del ochenta la curiosidad por observar el cielo le hizo cosquillas y advirtió que las estrellas se movían, entonces empezó a indagar sobre ese fenómeno. “En ese momento la vía láctea se podía ver con atención desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, recordó.
En 1990, mientras vivía en España, recorrió varias localidades con su telescopio y binoculares para captar las constelaciones propias del hemisferio norte, como Casiopea, Perseo y Andrómeda. También visitó pueblos del interior bonaerense como Navarro, Capitán Sarmiento y Chascomús conmovido por las imágenes de sus cielos.
Luego Sanchís comenzó a explorar la fotografía astronómica: “Me interesó porque se pueden hacer largas exposiciones y entonces la imagen que vemos con el ojo no es la misma que la fotográfica. Se pueden captar mayor cantidad de detalles, colores y nebulosas”.
El ambiente rural es ideal para hacer esta actividad por la oscuridad que ofrece. “Cada día las ciudades son más grandes y la iluminación cambia el color del cielo, que pasa de negro a gris, entonces cuando queremos observar algún objeto como una nebulosa o galaxia la captación es cada vez más débil”, explicó.
Para José Luis el cielo guarda misterios y sorpresas. “Lo que más me gusta del cielo es la observación de cometas. Son esos viajeros interestelares, a veces muy tenues y otras muy brillantes, pero siempre distintos y magníficos”.
Fascinación por la astrofotografía
“La astronomía me fascinó desde que era chico”, contó Maximiliano José Falieres, quien hace tres años comenzó a interiorizarse en la astrofotografía.
“Siempre quise realizar fotografías a objetos celestes, pero los medios que usaba eran algo limitados”, explicó. Utilizó diferentes dispositivos hasta que en 2017 sus padres le regalaron un telescopio más potente, con una montura especializada que le permitió hacer fotografías de larga exposición.
Las noches de pruebas, errores y correcciones formaron y consolidaron a este hombre de Chivilcoy como astrónomo aficionado y astrofotógrafo amateur.
Maximiliano recomienda vivir una experiencia de astroturismo para lograr “contacto visual con el cielo nocturno” que en las grandes urbes se perdió a causa de la contaminación lumínica.
También sugiere hacerlo cuatro veces en un año debido a que los cielos cambian por la traslación terrestre alrededor del Sol. “Por ejemplo, en seis meses podremos observar durante la noche lo que hoy está detrás del Sol durante el día”, describió.
Los cielos oscuros y profundos de las zonas rurales bonaerenses son una invitación a detenerse y observar la inmensidad infinita del universo desde destinos turísticos singulares que ofrecen experiencias novedosas y trascendentes.