UN TEMBLOR SE SINTIÓ CON FUERZA EN SANTIAGO EN OTRO DÍA MUY AGITADO.
Ataques con bombas molotov a las fuerzas la seguridad, con heridos, y una fuerte represión policial contra los manifestantes
SANTIAGO DE CHILE
POR EVA VERGARA
AP
Miles de personas se congregaron en una céntrica plaza de la capital chilena, en el decimoctavo día de una protesta social que no cesa y exige respuestas inmediatas a sus necesidades en un país muy desigual. Centenares saltaban y bailaban cuando al atardecer un fuerte temblor remeció edificios de la zona central de Chile a las 18.52 horas local, 21.52 gmt, minutos antes de que una fuerte represión policial dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos y chorros de agua.
La policía impidió que los manifestantes se agruparan por la gran cantidad de gases lacrimógenos que hacían muy difícil respirar, aunque decenas de encapuchados los atacaban con piedras. Un comunicado policial informó que dos agentes femeninas del grupo antimotines fueron heridas con bombas incendiarias. Ambas “están fuera de riesgo vital”, dijo un breve comunicado que agregó que las dos resultaron con quemaduras en el rostro.
La manifestación, tras un fin de semana de cuatro días, fue muy inferior a otras anteriores.
Esta es la primera vez que el multitudinario movimiento -que carece de voceros y conducción política conocida- es convocado por un conglomerado de decenas de organizaciones de profesores, estudiantes, jubilados, profesores, artistas y empleados públicos, congregados en la opositora Mesa de Unidad Nacional.
Bárbara Figueroa, la líder comunista de la Central Única de Trabajadores, sostuvo que “en la medida que no haya presión… hay una agenda del gobierno que va a seguir avanzando” al igual que proyectos legislativos, porque “tenemos una oposición que en esto no ha tenido firmeza”.
Decenas de dirigentes gremiales agrupados en la opositora Mesa de Unidad Nacional se congregaron frente a la vieja sede del Congreso en la capital chilena para exigir cambios profundos al gobierno del presidente Sebastián Piñera, que hace casi tres semanas enfrenta una amplia gama de demandas, desde alzas de pensiones y salarios hasta una nueva Constitución.
Es prácticamente imposible dimensionar la respuesta de la convocatoria de la Mesa porque se inserta en las manifestaciones que casi a diario remecen a la capital chilena y al resto del país.
Figueroa llamó recientemente a un paro general de dos días pero la respuesta a la convocatoria no pudo medirse porque se produjo en medio de las gigantescas protestas que, excepto los últimos dos días de feriado y el fin de semana, se realizan en una céntrica plaza de Santiago, que el 25 de octubre reunió a más de 1,2 millón de personas.
El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, pronosticó una caída en el crecimiento de Chile para 2019 del 2,6% estimado a entre un 2,2 y 2,0%. La actividad económica fue impactada por las incesantes protestas multitudinarias, por el cierre durante dos semanas de gran parte del comercio y por el término anticipado de las jornadas de trabajo en amplias zonas de la ciudad por la falta de transporte público y un subterráneo que funciona al 60% de su capacidad.
Hace casi tres semanas, un alza en el subterráneo fue seguida de un fin de semana de violentos saqueos, incendios y disturbios generalizados que desembocaron en las protestas que el país sudamericano vive casi a diario.
Piñera respondió con una agenda social que incluye proyectos de ley con leves mejoras en las pensiones básicas y en el salario mínimo -que son tramitadas en el Congreso- además de rebajas en los sueldos y asignaciones de diputados y senadores, que oscilan entre los 27.000 y 44.000 dólares mensuales, y una suba en el impuesto a los que ganan más de 11.000 dólares. Los chilenos tienen un sueldo promedio que oscila entre los 500 y 700 dólares y un salario mínimo de 400 dólares que Piñera ofreció subir 65 dólares.