Un nuevo galardón literario ha sido otorgado al poeta de Dolores Juan Carlos Pirali. En esta ocasión fue en la república hermana de Brasil, en un certamen organizado por la institución tradicionalista “Estancia da Poesía Crioula”, con sede en Porto Alegre. El tema propuesto a los participantes tenía que estar relacionado con la cultura y las personalidades del Estado de Río Grande do do Sul y podía presentarse en portugués o en español.
La poesía de Pirali se titula “Recuerdo de Jayme Caetano Braun”, en referencia al mayor poeta gauchesco de los últimos tiempos, ya desaparecido.
Nómina de premios y premiados:
1º) “Sinuelo, marca y legenda”, de los autores Dirceu Dutra, Joao Antunes y Afranio Marchi.
2º) “Recuerdo de Jayme Caetano Braun”, de Juan Carlos Pirali.
3º) “O que sei de Antero Cardeal”, de Gargione Avila.
4º)”O grito do quero-quero”, de Evilacio Saldanha.
5º) “Pajada”, de Diana Falcao.
La poesía de Pirali es la siguiente:
RECUERDO DE JAYME CAETANO BRAUN
Jayme Caetano, su gloria,
repercute en las “vigüelas”,
y el tin-tin de las espuelas
enaltece su memoria;
ya se ha metido en la historia
y está en el decir paisano,
en el chasque, en el baqueano,
en la tropa, en el cencerro,
y recuerda al Martín Fierro
con su canto campechano.
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El eco de su poesía
galopa en llanos y montes,
y en chúcaros horizontes
se expande su juglería;
cruza la tierra bravía
sin pedir ni dar cuartel,
y florece en el vergel
de la lengua lusitana,
la bella décima hispana
de don Vicente Espinel.
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Payador, con emoción
entabló rimas camperas,
que hermanaron tres banderas
al compás del diapasón;
gaucho como el cimarrón
que calienta amanecidas,
y en las milongas sentidas
si algún cantor las entona,
llora triste la bordona
por su “Paissagens perdidas”.
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En su Río Grande natal
cultivó la trova fina,
hermanado a la Argentina
y con la Banda Oriental.
Su literario caudal
vibró en sonoro cordaje,
y nutrió en ese paisaje
su profundo sentimiento,
ganándose un monumento
en merecido homenaje.-
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Un día el patrón del cielo
lo llevó para su estancia,
y en la campera distancia
hubo una tarde de duelo.
Un adiós en el pañuelo
enlutó a la paisanada,
las cuerdas de su encordada
lloraron por el trovero,
y se apagó el “trasfoguero”
de la lírica payada.
Juan Carlos Pirali