El mediático obispo luterano Manuel Acuña, conocido por sus exorcismos y sus polémicas afirmaciones sobre la existencia o poderes del demonio, está embarcado en un nuevo y llamativo proyecto: junto a su equipo, inaugurará la semana próxima el dictado de la primera carrera de “Parapsicología, Angelología y Demonología” de Sudamérica.
“La intención es capacitar al alumno para que pueda distinguir la presencia de fuerzas espirituales, muchas veces inteligentes y malignas, y alejarlas de casas, objetos y personas”, dijo Acuña en diálogo con Télam.
La carrera, que tiene una duración de tres años y otorga el título de “Consultor en Asuntos Exorcísticos”, es una nueva apuesta educativa de la Parroquia El Buen Pastor que dirige en Santos Lugares (Tres de Febrero), donde desde hace cinco años funciona una Escuela de Exorcismo y Liberación para ministros religosos, también encabezada por Acuña.
En cambio, la nueva alternativa está abierta a todos los que se interesen por el tema, sean luteranos o no, sean cristianos o no.
“Hasta aquí la parapsicología sólo analizaba los fenómenos paranormales, a pesar de que muchas veces se cruza la intervención de fuerzas que nosotros entendemos espirituales que afectan el bienestar de la familia y la salud”, agregó.
El religioso, que asegura haber realizado 1.200 exorcismos hasta el año pasado (“y después paré de contar”, dijo), al tiempo que habló de una prueba de la ligazón entre fenómenos paranormales y posesiones “en el 40 por ciento” de los exorcismos que realizó, en los cuales “las personas habían jugado, en algún momento, al juego de la copa”.
“La demonología entiende al juego de la copa como un portal abierto, y como tal no es un juego sino una técnica especial de apertura para traer del otro lado la intervención de fuerzas espirituales de alto grado de peligrosidad, porque generalmente lo que se acerca es mentiroso y se quiere quedar sobre la persona”, contó.
Otro ejemplo de intervención de fuerzas espirituales en fenómenos paranormales son “la videncia o la telepatía”, las cuales “no son sólo fruto de un estudio”.
Según Acuña, el conocimiento de prácticas exorcísticas es muy necesario en los tiempos actuales: “En el siglo XXI hay una vigencia extraordinaria, sorprendente de la brujería y la hechicería por los altos grados de competencia social, en la que parece que cualquier medio vale para alcanzar un fin”, afirmó.
Acuña explicó que hay tres “categorías de espíritus”: los errantes -que son no encarnados o demonios-, los espíritus de muertos -que pueden ser vengativos, los celosos o protectores-; y los celestiales -que son los ángeles protectores.
Y tres también son las formas en que un espíritu maligno -ya sea un demonio o un espíritu de muerto- puede afectar a una persona: la vejación, la obsesión diabólica, la opresión y posesión.
“La posesión es una de las manifestaciones de las fuerzas espirituales demoníacas, la más patente, pero hay otras, como la vejación que es cuando interviene en la psique de la persona, asustándola y desesperándola. Luego está la obsesión diabólica, que son las voces que sólo audibles para el sujeto, que ordenan siempre hacer mal a sí mismo o a terceros, y la opresión que es cuando esas presencias se comienzan a hacer visibles en el hogar”, describió.
“El diablo no se propone inmediatamente matar a la persona, aunque puede ser su último fin, sino desesperarla y un alto grado de desesperación se deriva en intento de suicido”, concluyó.