Entre los efectos negativos de la ingesta excesiva de sal, se encuentran la hipertensión arterial y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El consumo excesivo de sal se ha convertido en un problema de salud pública a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ingesta diaria recomendada no debe superar los 5 gramos por día para adultos, aunque en Argentina el consumo promedio duplica o triplica esta cantidad, y se encuentra entre 10 y 14 gramos por día y por persona. El principal problema que esto genera es la hipertensión arterial.
La sal es necesaria para nuestro cuerpo. Ayuda en varias funciones, como regular el balance de líquidos en el cuerpo, la conducción de impulsos nerviosos, el proceso de contracción y relajación de los músculos y la absorción de ciertos nutrientes en el intestino delgado.
El problema, claro, es el exceso. Este factor está directamente relacionado con la hipertensión arterial, uno de los principales factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares, enfermedades renales y cerebrovasculares. En este sentido, la hipertensión es un riesgo de salud importante en América. Se estima que entre el 20,7% y el 56,4% de la población adulta de entre 30 y 79 años, dentro de los estados miembros de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), padece de hipertensión.
Entre los efectos negativos del consumo excesivo de sal, se encuentran la hipertensión arterial, un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, la retención de líquidos, la sobrecarga renal y la osteoporosis.
El rol de la industria
La industria alimentaria juega un papel importante en este problema. Aproximadamente el 75% de la sal que consumimos proviene de alimentos procesados y preparados, no de la que añadimos al cocinar o en la mesa.
Ante esta situación, varios países han implementado estrategias para reducir el consumo de sal en la población.
Entre las recomendaciones para reducir el consumo de sal, se encuentran:
Leer las etiquetas de los alimentos y optar por opciones bajas en sodio.
Cocinar en casa con ingredientes frescos.
Utilizar especias y hierbas (pimienta, mostaza, ajo, perejil) para dar sabor a las comidas en lugar de sal.
Limitar el consumo de alimentos procesados y comidas rápidas.