Junto a colegas de Canadá, las científicas locales buscaron intervenir en la mejora de las terapias antimicrobianas para combatir estas bacterias multirresistentes.
Un equipo internacional conformado por científicos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y de la Universidad de Manitoba, Canadá, reveló que existen sitios vulnerables en la estructura de las bacterias del complejo Burkholderia cepacia, que pueden ser aprovechados “como blancos para combatir microorganismos, a pesar de su multirresistencia a los antibióticos”.
Desde la UNLP informaron que las bacterias del complejo Burkholderia cepacia son de relevancia en Argentina y “comprenden diversas especies que poseen una amplia distribución ambiental, una extraordinaria versatilidad metabólica, genomas complejos y de gran tamaño, y una alta tasa de mutación que les permite adaptarse rápidamente a diferentes entornos”.
Estas bacterias presentan resistencia a los antibióticos y antisépticos, así como una notable capacidad para sobrevivir en condiciones de escasez de nutrientes, llegando incluso a utilizar ciertos antimicrobianos como fuente de carbono para su supervivencia.
“Estos rasgos son los que hacen que estas bacterias puedan contaminar exitosamente tanques de agua, formulados farmacéuticos y productos que contienen biocidas, además de representar un gran problema de salud pública al causar infecciones crónicas recalcitrantes y multirresistentes en personas con fibrosis quística, en pacientes hospitalizados y en individuos inmunocomprometidos”, informaron los especialistas.
En agosto del 2023, el equipo de la doctora Silvia Cardona, argentina radicada en Canadá, junto a la doctora Alejandra Bosch y una de sus becarias, doctora Beltina León, investigadoras del Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI), dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP y del Conicet, publicaron un artículo en la revista científica Nature Communications.
El trabajo estudia la interacción de diferentes tipos de antibióticos con la envoltura celular de bacterias de ese complejo y “revela nuevas estrategias para combatir las infecciones por bacterias gram negativas multirresistentes a antibióticos”.
“La envoltura celular de estos organismos constituye una barrera única que impide la penetración de antimicrobianos y son la principal causa de su múltiple resistencia. La resistencia intrínseca de estas bacterias a las diferentes clases de antimicrobianos limita severamente las opciones de tratamiento”, dijeron.
Agregaron que “los antibióticos del grupo de los β-lactámicos constituyen hoy las armas más poderosas en la lucha contra estas especies bacterianas. Sin embargo, las tazas de resistencia se han ido incrementando en el tiempo y actualmente son mayores al 50%. Esta investigación, buscó intervenir en la mejora de las terapias antimicrobianas para combatir estas bacterias multirresistentes”, explicó Bosch.
El trabajo presenta los resultados de un estudio que permitió identificar elementos de resistencia y susceptibilidad asociados a la envoltura celular en organismos del Complejo Burkholderia cepacia (CBC).
Este complejo bacteriano es causante frecuentemente de neumonía en pacientes con enfermedades crónicas pulmonares como la fibrosis quística o inmunocomprometidos como la enfermedad granulomatosa crónica.
Los organismos CBC se encuentran comúnmente en el agua y en el suelo, y pueden sobrevivir prolongados periodos en ambientes húmedos. La dispersión persona a persona está documentada. Muchos hospitales, clínicas, campos para pacientes con fibrosis quística deben aislarse estrictamente, de infectarse con CBC. Los individuos infectados deben tratarse en áreas separadas de aquellos pacientes no infectados para limitar la dispersión, por la extrema gravedad que pueden ocasionar las infecciones a CBC, con rápida declinación en pulmón y concluir en muerte.
Burkholderia cepacia fue descubierta por Walter Burkholder en 1949 en las catáfilas de cebolla y en sus epidermis radiculares, y descripta en humanos por primera vez en los años 1950. En la década de 1980, fue ubicado en individuos con fibrosis quística, y asociado con el 35% de defunciones.