Robots y aviones no tripulados: la tecnología invade la muestra

El tecnódromo se convirtió en uno de los espacios estrella d ela muestra. La high tech ofrece cada vez más soluciones para el campo.

Una innovadora máquina para la pulverización en frutales, diseñada en este caso para cítricos, pero que se puede utilizar en olivares, en pecán y otros montes de árboles, ofrece la posibilidad de variar de manera independiente el caudal de aire de cada una de sus ocho bocas de nebulización como también ajustar durante el avance, el caudal de líquido dosificado. Esto es: aplicar menos agroquímicos.

Sus sensores detectan la presencia o no del árbol y así la aplicación se realiza solo donde corresponde, con lo cual los 2.000 litros/ha que se suelen aplicar en frutales, se pueden reducir a 500 litros /ha, siempre de acuerdo al volumen del follaje a tratar.

“Es un robot autónomo que se monitorea por telemetría desde la oficina, pero además, se pueden operar en simultáneo hasta 5 unidades trabajando de a dos líneas de plantas de ambos lados, impidiendo que el insecto se mueva de una mitad a otra para esquivar la aplicación” explicó el experto de Jacto, Rodrigo Madeira.

Así, dos robots sincronizados pueden hacer la aplicación completa de la copa en simultáneo lo cual es un control mucho más eficiente de la mosca blanca, por ejemplo, que suele atacar en los montes frutales. Puede trabajar las 24 horas, provisto de alarmas que avisan cuando requiere la carga del combustible. El control de operación es autónomo y se ajusta desde una consola.

Arbus 4000 Jav, presentado por Jacto Argentina en Expoagro, ofrece la seguridad de los equipos autónomos, con una función que detiene la máquina, ante la presencia de un obstáculo por ejemplo un animal o una persona, enviando la información por telemetría al operador virtual para que decida la continuación o no del trabajo. Cunado se agota el caldo del tanque tiene la capacidad de regresar automáticamente al punto de abastecimiento. Y luego de ser abastecido, regresar también automáticamente hasta el último punto pulverizado.

En función de la cantidad de frutos detectados se puede estimar la productividad por hectárea y en función de la coloración detectada se puede programar el inicio de cosecha.

El Arbus 4000 pulveriza con 8 turbinas eléctricas alimentadas por dos generadores impulsados por su motor Diésel de 132 HP.

La aeronave reduce riesgos y costos operativos respecto de naves más grandes piloteados, y permite pulverizar unas 30 hectáreas por vuelo.

Entrando al stand de Ternium llama la atención un pequeño avión llamado Mangangá. Se trata de un vehículo aéreo no tripulado para aplicaciones de fitosanitarios que comenzaron a desarrollar a fines de 2017 Ariel Stocchi, un joven doctor en Ciencias de los Materiales, investigador de Conicet, junto con algunos compañeros de la institución, miembros de la Universidad de Mar del Plata y de la empresa Aerodyca, quienes constituyeron un consorcio público privado a fin de darle forma al proyecto que recibió medalla de plata en la entrega de los Premios Ternium en Expoagro.

El avión fue diseñado para las condiciones de producción argentinas, tiene 4,30 metros de envergadura (ancho de una punta de ala a otra) y pesa 150 kilos, vuela a 100-120 km/h, tiene un motor de combustible interno de 30 HP y menos de 300 cm3, y cuenta con un tanque capaz de cargar 60 litros de producto permitiendo pulverizar entre 20 y 30 has por vuelo.

Para su funcionamiento se precarga una ruta de vuelo que el mismo equipo determina cómo la va a cubrir, el aparato despega, hace las pasadas y cuando vacía el tanque vuelve para ser recargado y continuar con el lote.

“Con este vehículo se reducen los costos operativos de aplicación por hectárea respecto de los de un avión tripulado, por eso, para un lote chico, conviene ir con este aparato. El consumo en combustible es mucho menor, sin contar con lo que tiene que ver con seguros, hangaraje, logística, revisiones, etc.”, agregó. Además, “la aplicación es más precisa por la automatización, con uso de GPS RTK (real time kinematic), es más controlado y permite que esos 60 litros de producto rindan unas 20 o 30 hectáreas, dependiendo de la dosis”.

Mangangá está pensado como una herramienta complementaria para los aeroaplicadores convencionales, para que puedan utilizarlo en lotes medianos con mayor facilidad operativa y a menor costo.

Desde hace unos meses están realizando pruebas y ajustes del funcionamiento autónomo y planean tenerlo listo para salir al mercado comercial este año, para lo cual se encuentran en la búsqueda de socios inversores.

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