El 1° de julio de 1921 se aplicó por primera vez la vacuna contra la tuberculosis desarrollada por los científicos franceses Albert Calmette y Camille Guérin.
Las vacunas son la medida de prevención más eficaz para el control de muchas enfermedades infecciosas comunes que en el pasado representaron la mayor causa de mortalidad en la población. Además de tener un gran impacto en la salud de quien las padece, las enfermedades infecciosas también tienen consecuencias económicas para los sistemas de salud, ya que implican consultas médicas, hospitalizaciones, discapacidad transitoria o permanente y hasta muertes prematuras.
El 1° de julio de 1921 se aplicó por primera vez la vacuna contra la tuberculosis desarrollada por los científicos franceses Albert Calmette y Camille Guérin, la vacuna del BCG o Bacilos. “El mayor beneficio de su aplicación es la disminución del riesgo de tuberculosis, incluida la meningitis tuberculosa, la enfermedad diseminada en los niños y la enfermedad pulmonar en los adultos”, explicó Valeria El Haj, directora Médica Nacional de OSPEDYC.
La vacuna BCG debe aplicarse en los bebés recién nacidos, antes del alta de la maternidad o durante la primera semana de vida. “La vacunación en recién nacidos y bebés que aún no han sido expuestos a las micobacterias otorga un mayor beneficio que la vacunación de niños mayores y adultos que ya han estado expuestos a este tipo de bacterias”, amplió.
Si bien la magnitud de la protección, que es del 80% durante los primeros 15 años de vida, se reduce pasado ese período. No obstante, desde 1995 no se considera necesario aplicar otra dosis de BCG, además de la aplicación en el momento del nacimiento.
Por otro lado, no se recomienda su aplicación en pacientes que presenten patologías como cáncer, leucemia, determinadas enfermedades crónicas, enfermedades infecciosas agudas, inmunodeficiencia crónica o adquirida. Tampoco debe aplicarse en personas que estén realizando tratamientos con inmunodepresores, como por ejemplo corticoides, o durante el embarazo.
“Es importante continuar con la administración de vacunas, sobre todo porque estamos en una situación de crisis sanitaria y tenemos que prevenir cualquier tipo de enfermedad que requiera internación, para cuidarnos a nosotros mismos y a los demás de posibles contagios y también para cuidar los recursos disponibles en el sistema de salud”, explicó la médica.
Cabe mencionar que las vacunas contienen sustancias compuestas por un microorganismo entero, o parte de él, que permite inducir una respuesta en quien lo recibe, simulando la enfermedad de forma natural pero con menor o ningún riesgo. Este procedimiento se denomina inmunización activa, ya que el sistema inmunológico o de defensa de cada persona debe trabajar en el reconocimiento de ese agente.
Según la Organización Mundial de la Salud, las vacunas, junto con la provisión de agua potable, son las dos intervenciones más relevantes tanto para la disminución de la mortalidad infantil, como para el crecimiento de las poblaciones.