“¿Y estos van a ser los adultos del mañana?”, “¡La generación perdida!”, “En mi época éramos diferentes…”

Son algunas de las tantas cantinelas que escuchamos a diario.

Pero, ¿qué hacen los adultos por cambiar esto? Y… ¿realmente toda la juventud está perdida?

Desde la perspectiva de las generaciones pasadas, lo nuevo está contaminado: los jóvenes en la actualidad se mueven bajo el dominio de la tecnología, el consumismo. La globalización ha hecho estragos. En realidad nadie puede determinarlo fehacientemente, como todo, tiene sus pro y tiene sus contras.

Ahora bien, analizando la situación, es destacable la intención de buscar un cambio por parte de algunos sectores de la juventud y la participación activa en diversas cuestiones sociales. Partiendo desde la escuela, donde se cuenta con el apoyo de compañeros y docentes (muchos de ellos jóvenes, también, lo cual posibilita mayormente el dialogo y la comprensión), hasta organizaciones extraescolares. Centros de estudiantes, obras de caridad, movimientos culturales… en pos de lograr algo, con una motivación. Algo para el bien común. De alguna manera esto se ha revalorizado a lo largo del tiempo, el espíritu de grupo, el “yo por el otro”.

Aun así, lamentablemente, se ha perdido en general la fe en los jóvenes; los adultos no ven posibilidades de progreso con las posturas que se han establecido y el rumbo que ha tomado la juventud, la educación y los cambios en la cultura.

En alguna ocasión Jorge Luis Borges dijo que la juventud es una etapa de incertidumbre, de ingenuidad y, en general, de desdicha. ¿Y cómo cambiar la manera de ver al mundo cuando gran parte de la sociedad ha perdido las esperanzas y todo a futuro parece negro?

En la incertidumbre, en la ingenuidad, incluso en la desdicha, ahí está la respuesta. La salida. La incertidumbre acerca de lo que deparará el futuro, la ingenuidad frente a un mundo crudo que recién comenzamos a andar, la desdicha y la frustración de que no todo salga siempre como esperamos. Esto es lo que mueve a la voluntad, a las ganas. Lo que invita a los jóvenes a hacerse notar, en esa búsqueda de romper esquemas y dejar una marca en el mundo.

La clave es encontrar esa motivación, en cada uno que es distinto al otro. Y el apoyo es necesario. Los jóvenes adultos, por llamarlos de alguna manera, como algunos profesores por ejemplo, son imprescindibles para esta tarea de hallarse con uno mismo. Pertenecen más o menos a la nueva generación y confían en la capacidad de los chicos, confían en que el mundo puede cambiar. Buscan alternativas para explotar el lado que motiva a cada quien, y demostrar que no estamos perdidos.

Es esto lo que se necesita, confianza, fe, apoyo y primordialmente algo por lo que luchar. Los mayores son quienes tienen que colaborar para que la juventud de ahora triunfe, y sea aun mejor que la de antes. Aunque el futuro no sea prometedor, si hay ganas de cambiar y fuerza de voluntad, no está todo perdido.

Nota escrita por Morena Gallastegui en el marco de la materia Comunicación, Cultura y Sociedad.

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