Tiene 74 años y su historia de vida es un misterio. No consiguieron que alguien se haga cargo de él. Intervino Desarrollo Humano.
Por Favio Cabrera –
Cuando lo llevó un amigo, su internación era de rutina para controlar su estado de salud por una patología de demencia senil. Eso fue en abril y desde entonces lleva casi 4 meses internado en la más absoluta soledad. Sólo el cuidado de las enfermeras matiza sus largas jornadas sin que nadie lo visite o lo reclame. Por eso es que aunque está en condiciones de recibir el alta, en la Clínica Santa Clara no pueden hacerlo porque nadie se hace cargo él. Su historia de vida es un misterio y sólo saben que se llama Ángel Cañedo, que tiene 74 años y una familia en La Plata que no quiere saber nada de él.
Ángel es jubilado y en abril pasado ingresó a la clínica. Un amigo lo llevó, dio algunos datos personales y dejó sus documentos y recibos como jubilado y afiliado al PAMI. Luego hizo llegar algunos elementos, como pañales y comida, pero cuando le dijeron que ya estaba en condiciones de recibir el alta, aclaró que su gesto había sido humanitario y que no podía hacerse cargo de él. Empezaron entonces a rastrear a su familia y tras varias averiguaciones, dieron con su mujer e hijos. Según indicaron, ellos viven en La Plata y cuando les informaron del caso de Ángel sólo se limitaron a decir que no quieren saber absolutamente nada con él.
Ángel siguió internado en soledad y al cuidado de las enfermeras, que suelen hacerle algún mimo y ofrecerle charlas mientras le dan la comida, lo bañan o le dan algunas medicaciones. Pero es poco y nada lo que el hombre responde, debido a su estado mental.
Por los datos que tienen de PAMI y otros que pudieron recolectar, Ángel nació el 7 de septiembre de 1940, por alguna razón terminó en San Juan y vivió en diferentes hoteles y alojamientos transitorios. No descartan también, que en algún momento de su vida haya estado en condiciones de calle. No tiene un domicilio fijo actual y desconocen qué pudo haber pasado para que su familia en Buenos Aires decidiera cortar todo vínculo con él.
“Ángel Esteban Cañedo. Me dicen Don Cañedo. Y estoy bien”, es lo que responde el hombre cuando le hablan, entre largos silencios y miradas perdidas. Tiene demencia senil y por eso no puede obtenerse mucha información de él.
Por su habitación se fueron sucediendo compañeros esporádicos, que llegaban y se iban. Y él sigue ahí, solo y sin ninguna visita. Una mujer, hija de un hombre que estuvo internado durante un tiempo en la otra cama de la habitación, se interesó por Ángel y pese a que su padre finalmente falleció, no se olvidó del hombre solo y misterioso. Y fue ella quien se contactó con las autoridades de Desarrollo Humano, que ya intervinieron para ayudar a Ángel.
Diario de Cuyo.